Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ordenó la creación de una reserva doméstico de activos digitales. El pasado fin de semana, el anuncio tomó forma con la promesa de una reserva estratégica que incluiría bitcoin (BTC), ether (ETH), criptomoneda nativa de Ethereum, cardano (ADA), XRP y solana (SOL).
La nueva resonó entre empresarios y entusiastas del mundo de bitcoin y las criptomonedas, pero no todos comparten el mismo optimismo.
Jeff Park, principal de estrategias de Bitwise, una firma que gestiona fondos cotizados (ETF) de BTC y ETH, pide calma y una dosis de realismo en presencia de el angurriento tesina.
Expectativas bajo la lupa
«Por mucho que lo apoye a abundante plazo, debemos estrechar la velocidad y moderar las expectativas sobre la reserva estratégica de bitcoin», afirmó Park a través de la red social X.
El ejecutante, cuya empresa se ha posicionado como un actor secreto en el mercado de criptoactivos, subraya que la iniciativa no es un camino sin obstáculos. Para él, la creación de esta reserva de bitcoin y criptomonedas no depende solo de la voluntad interna de Estados Unidossino de un delicado contrapeso internacional.
Park sostiene que el país no puede comportarse unilateralmente. «Estados Unidos no puede simplemente conseguir BTC por su cuenta sin avisar a sus aliados», explica.
La razón, según el estratega, radica en la dependencia económica del país: «Financiamos nuestro cargo fiscal a través de acuerdos implícitos con socios comerciales que evalúan nuestra solvencia. Sería un gran insulto, por ejemplo, si nos adelantáramos a Japón sin previo aviso».
El FMI y la paradoja de El Salvador
Mientras Estados Unidos sueña con acumular BTC y criptomonedas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) parece tirar de la cuerda en dirección opuesta.
Park destacó un flamante noticia del organismo sobre El Salvador, donde se exige que el país centroamericano detenga su acumulación de BTC.
Sin requisa, Nayib Bukele, presidente salvadoreño, respondió con firmeza: «Si no cedí cuando el mundo nos dio la espalda, no lo haré ahora ni en el futuro».
El ejecutante de Bitwise plantea una pregunta incómoda: «¿Quién controla el FMI? Estados Unidos, con el 20% del poder de voto y autoridad de veto».
Para Park, esto evidencia una contradicción: mientras Washington impulsa una reserva de BTC, el FMI –influido por el mismo país– averiguación cerrar la asimilación soberana de criptomonedas. «Estas dos cosas no pueden ser ciertas al mismo tiempo», sentencia.
Las señales del cambio
Delante este panorama, Park invita a mirar más allá del «teatro político interno» que rodea la propuesta de Trump. «La verdadera señal a tener en cuenta es el FMI. Cuando eso cambie, sabrá que la preparación está cerca», asegura.
Hasta entonces, el estratega considera que las discusiones actuales son solo «ruido».
En su oportunidad, dirige la atención cerca de un indicador más tradicional: los bonos del Reservas a 10 abriles. «No más inflaciones y desplomes relacionados con la reserva de criptomonedas, solo un repunte sostenido impulsado por la caída de las tasas a abundante plazo», pronostica.
Por su parte, Howard Lutnick, secretario de Comercio de Estados Unidos, alimentó las expectativas al confirmar que Trump detallará su visión en la próxima cumbre de criptomonedas, que se llevará a extremidad en la Casa Blanca, el 7 de marzo, como lo reportó CriptoNoticias.
«El presidente describirá su plan para la reserva estratégica de bitcoin y un entorno regulatorio para otros activos digitales», adelantó.
Aunque evitó dar precisiones, Lutnick aseguró que el anuncio, programado para el viernes, marcará un hito: «Bitcoin es una cosa, y las otras criptomonedas serán tratadas de forma diferente, pero positiva».
Un futuro incierto en el horizonte
A medida que se acerca la cumbre, las palabras de Park resuenan como un recordatorio: la apetencia de Trump enfrenta un tablero integral donde las piezas no siempre están alineadas.
La cooperación internacional, las tensiones con el FMI y la estabilidad económica de Estados Unidos serán factores secreto para determinar si esta reserva estratégica se convertirá en efectividad o quedará como una promesa atrapada entre la política y la pertenencias.
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