En una conferencia del Future Investment Initiative Institute en Miami, el presidente de EE. UU., Donald Trump, afirmó que quiere suministrar al país a la vanguardia en todos los sectores, incluyendo las criptomonedas. Por otra parte, atribuyó los recientes máximos históricos de bitcoin a su promesa de convertir a Estados Unidos en «la hacienda mundial de los criptoactivos».
Este compromiso fue una de las principales promesas de Trump durante su campaña presidencial. Desde que asumió el cargo, si aceptablemente muchos esperaban un ritmo más acelerado o un viejo número de decisiones, el presidente ha tomado algunas medidas a cortesía de la industria. Entre ellas, la permiso de Ross Ulbricht y la firma de órdenes ejecutivas que derogan políticas controvertidas, como la SAB 121, la cual obligaba a las empresas financieras a registrar los criptoactivos en sus balances como pasivos.
«Queremos estar a la vanguardia en todo, y las criptomonedas no son la excepción. Pensándolo aceptablemente, Miami parece ser el centro de la actividad, y quizás siga siéndolo», afirmó Trump. Del mismo modo, el mandatario se refirió a la controvertida papeleo de la SEC de Gary Gensler, quien dejó su cargo el 20 de enero. Esa etapa estuvo marcada por persecuciones y demandas a importantes empresas del sector.
Hemos terminado por completo con esa pleito. Fueron muy hostiles hasta el final…», expresó el presidente. Si aceptablemente Trump ha adoptivo una postura menos restrictiva en dirección a el ecosistema de los criptoactivos, algunos consideran que se sobrestima el impacto que puede tener su papeleo. Entre ellos está Arthur Hayes, quien sostiene que las concesiones regulatorias solo favorecerán a grandes empresas centralizadas mediante normativas complejasdejando de costado a quienes efectivamente impulsan el progreso de la tecnología descentralizada.
Aunque la respuesta del mercado a las declaraciones y medidas de Trump no ha sido negativa, conviene recapacitar que el valencia de bitcoin trasciende cualquier postura política. La creación de Satoshi Nakamoto se fundamenta en su escasez, ya que su suministro está circunscrito a 21 millones de unidades —lo que lo asemeja a un activo de valencia intrínseco como el oro—. Por lo tanto, a viejo demanda, más se incrementa su valencia.
Por otra parte, su diseño descentralizado garantiza que ningún gobierno o entidad central pueda controlarlo. Por mucho que Trump se adjudique los logros de bitcoin, seguramente la criptomoneda líder hubiera llegado, tarde o temprano, a este punto sin él. Bitcoin es fortuna que está separado del Estado.
Lo cierto es que el presidente seguirá bajo la lupa de la comunidad bitcoiner por un tiempo, especialmente por su promesa de crear una reserva estratégica de BTC. Sobre esta propuesta, el llamado «zar de la IA y las criptomonedas», David Sacks, afirmó a principios de febrero que el tema definitivamente será discutido. Mientras algunos sostienen que la iniciativa impulsaría la apadrinamiento total de bitcoin, otros la consideran inviable para EE. UU.
No obstante, el tema de las tesorerías de BTC sí que se ha movido a nivel estatal, pues vigésimo jurisdicciones de EE. UU. han impulsado proyectos de ley, lo que representaría una inversión de hasta 23.000 millones de dólares en bitcoin. Estos estados, con un Producto Interno Bruto (PIB) combinado de 9,4 billones de dólares, superan en términos económicos a toda América Latina.
